*La joven originaria de Managua, detenida el 6 de noviembre de 2021, fue acusada de “traición a la patria”, como establece la Ley 1055 bajo la cual se detienen a las voces opositoras en el país centroamericano.
**La joven que fue desterrada de su país, compartió celda con las activistas Samantha Jirón y Evelyn Pinto. Todas las excarceladas se encuentran en Estados Unidos desde el 9 de febrero de 2023, luego de ser desterradas.
Expediente Público
No es Cristiana Chamorro. Su nombre no ocupó titulares, su familia no salía en los medios nacionales y tampoco los internacionales, pero igual que la exprecandidata presidencial, Alejandra Pérez González es parte de los 222 presos políticos que fueron arbitrariamente encarcelados en Nicaragua y desterrados por el régimen de Daniel Ortega a Estados Unidos. Su delito, opinar en las redes sociales, relató a Expediente Público.
“La razón por la que me detuvieron fue porque en redes sociales yo publiqué unas imágenes pidiendo sanciones, aplaudiendo sanciones (…) Me detuvieron un 6 de noviembre de 2021, en el Distrito Dos (de Policía) de Managua. Estuve un mes metida ahí (en esa cárcel) sin poderle hablar a mi mamá, a mis hermanos, a nadie de mi familia”, expresó Pérez González.
En 2021, el régimen emprendió una cacería contra de precandidatos presidenciales y miembros de la oposición nicaragüense previo a las elecciones generales del 7 de noviembre, un proceso en el que Ortega, según el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua, fue reelegido para un cuarto mandato consecutivo en un proceso que constituyó un plan doloso para acabar con la democracia.
Este proceso fue rechazado por varios países y organismos de derechos humanos ya que se irrespetaron las normas básicas electorales, se hizo sin supervisión y lleno de irregularidades.
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Debido a esto, el 15 de noviembre de 2021, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Office of Foreign Assets Control, OFAC) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, impuso sanciones contra el Ministerio Público de Nicaragua y nueve funcionarios en respuesta a la farsa de elecciones nacionales.
Antes de ser detenida, Alejandra estudiaba la carrera técnica de caja con contabilidad. “Nos desterraron del país y es algo completamente violatorio”, agregó.
Enfrentó juicio y fue sentenciada
Después de permanecer un mes en las celdas del Distrito Dos de Policía fue trasladada al Establecimiento Penitenciario Integral de Mujeres (EPIM), mejor conocido como “La Esperanza”, una prisión ubicada en el municipio de Tipitapa, al norte de la capital.
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“En diciembre (de 2021) cuando me trasladaron al EPIM pude ver a mi mamá y ella llegó llorando, triste, porque no me había visto, la abracé y le pedí que fuera fuerte porque Dios tiene el control de todas las cosas”, recuerda la joven desterrada.
En “La Esperanza” conoció y compartió una celda de máxima seguridad con otras dos reconocidas líderes de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).
“Estuve con la Samantha Jirón Padilla y con Evelyn Pinto. Estuvimos ahí las tres y nos mantenían la puerta empernada, cerrada de viaje y no podíamos ver para afuera y si quedábamos viendo hacia la ventana de arriba nos decían: ‘qué están haciendo’, ‘qué están viendo’ y que nos bajáramos, que era prohibido”, señaló Pérez González.
Durante el juicio, la declararon “culpable” y la condenaron a 8 años de prisión. En Nicaragua, según la Ley 1055, son considerados traidores a la patria aquellos que promueven la “injerencia extranjera” u otras acciones que se considera que atentan contra la soberanía nicaragüense.
Su anhelo de una Nicaragua en democracia
Alejandra Pérez González coincide que su salida de la prisión fue igual de rápido como ocurrió con los otros presos políticos y cerca de la medianoche.
“Una funcionaria de rango me dijo, Alejandra levántate, acomoda tus cosas que vas para traslado. Me dejó que acomodara mis cosas y sacara lo que pudiera, andaban con desespero. Miré que doña Esperanza (Sánchez) también estaba arreglando sus cosas y yo me preguntaba: ¿a dónde nos llevaran? Cuando salimos nos entregaron una mudada de civil y nos dijeron que nos cambiáramos y entregáramos el uniforme, porque ya no lo íbamos a ocupar”, recordó Pérez González.
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Antes de salir del penal de mujeres, la joven firmó un documento sin saber a qué hacía referencia.
“Lo tuve que hacer porque ellas son las que mandan ahí, ni modo, se creen los dueños del país. Un día yo sé que mi país va a ser libre, va a ser con democracia y voy a volver a mi país de nuevo, mi país de origen”, afirmó la excarcelada nicaragüense.
La difícil noticia sobre el destierro
Al amanecer del 9 de febrero, en la terminal de la Fuerza Aérea del Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, Alejandra como el resto de presos políticos se dio cuenta que sería desterrada. Fue informada sobre el viaje a Estados Unidos.
“Muchos se pusieron a llorar, no querían venirse por la familia. Me sentí mal, porque estaba pensando que dejaba sola a mi mamá, a mis hermanos. Solo yo venía, toda mi familia quedó en Nicaragua”, relató Alejandra.
Una vez que aterrizó en ese país extraño pudo hablar con su madre y le dijo que decidió viajar por su “libertad”.
Alejandra teme “alguna represalia” del régimen en contra de su familia que queda en Nicaragua. “Me da temor más por mi mamá que es la que me llegaba a ver”, dijo.
Su principal reto es adaptarse y conseguir un empleo en Estados Unidos para no quedarse “con los brazos cruzados”, pero “siempre pidiéndole a Dios la libertad” de Nicaragua.
La joven desterrada es parte de ese grupo de presos políticos que llegó a una tierra nueva, donde no tiene ningún vínculo familiar. Sin embargo, fue acogida por una organización feminista del estado de Maryland.