*El próximo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, iniciará en enero 2023 su tercer mandato como presidente. Su retorno al poder oxigenará el autoritarismo en la región, indican analistas consultados por Expediente Público.
**La política exterior de Lula se puede entender en sus dos periodos anteriores, en las que hubo un apoyo a regímenes autoritarios y un acercamiento a China, pero sin tensar las relaciones con Estados Unidos, señalaron los especialistas Evan Ellis y Mariano de Alba.
Expediente Público
Los simpatizantes de Luiz Inácio Lula da Silva lo presentan como el salvador de la democracia en Brasil, pero sus relaciones políticas en el continente son muy impropias cuando se trata de condenar los abusos contra los derechos humanos en países donde gobiernan sus amigos de la izquierda totalitaria.
La mitad de los votantes brasileños y la izquierda internacional, ante el pánico que les provoca el presidente saliente Jair Bolsonaro y la nostalgia económica de los dos periodos anteriores de Lula (2003-2010), le perdonaron todo: corrupción, amistad y patrocinio de dictadores apoyándolo con un tercer periodo presidencial en un continente marcado por débiles instituciones y el el fantasma del reeleccionismo.
Sobre la posible política exterior de Lula, quien asume en enero, Expediente Público conversó con Evan Ellis, profesor de Estudios de América Latina de Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos y Mariano de Alba, asesor para América Latina del International Crisis Group, una organización pacifista internacional para la prevención de guerras.
Apoyo abierto a dictaduras
Ambos analistas coincidieron en que Lula dará continuidad a su política favorable a los regímenes de izquierda, aunque sean autoritarios, aprovechando la amplia agenda brasileña y su peso internacional. Además, consideran que, pese al pragmatismo económico hacia Estados Unidos, tendrá un mejor acercamiento con China que el saliente presidente Jair Bolsonaro.
Para Alba el presidente saliente cavó su propia tumba electoral con escándalos de corrupción de familiares y allegados, así como su cuestionado manejo de la pandemia. Cifras oficiales indican que 33.076.779 brasileños se contagiaron y 674.482 murieron desde que comenzó la COVID-19.
Por otra parte, cualquiera de los ganadores tendría “un panorama de gobernabilidad complicado porque el resultado fue bastante ajustado y en el caso de Lula, gobernará con bastantes partidarios de la derecha o del sector conservado de Brasil que pudieron acceder a cargos en el Congreso”, sostuvo Alba.
El Congreso Nacional de Brasil está integrado por dos cámaras. una está conformada por 513 diputados y en el próximo periodo habrá 23 partidos diferentes legislando, siendo la principal minoría la del Partido Liberal de Bolsonaro, con 99 curules, mientras el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula tendrá 68. Igual en el Senado de 81 miembros, habrá 14 bolsonaristas contra 9 lulistas, mientras grupos de centro y derecha como unionistas, progresistas y socialdemócratas forman la mayoría.
Amigo de Ortega
Sobre la democracia, se puede recordar que Lula comparó a la antigua canciller alemana con el cruel Daniel Ortega en Nicaragua, quien se ha reelegido ilegalmente y con constantes fraudes electorales.
“¿Por qué Angela Merkel puede estar 16 años en el poder y Ortega no?”, mencionó Lula en una gira por Europa en noviembre del 2021, después que el gobernante nicaragüense obtuviera su cuarta reelección consecutiva apresando a todos sus rivales y en unos comicios cuestionadas tanto por su legitimidad como por su falta de transparencia.
El gobierno de Bolsonaro condenó en 2019 la amnistía contra el paramilitar Pierson Gutiérrez Solís y ex soldado del Ejército quien asesinó el 23 de julio de 2018 a la brasileña Rayneia Lima, una estudiante de Medicina de la Universidad Americana de Managua. Del mismo modo quien fue presidente entre 2016 y 2018, Michel Temer condenó esta muerte y pidió su esclarecimiento. Gutiérrez Solís confesó haber matado a la joven pero posteriormente fue liberado bajo una cuestionada Ley de Amnistía.
Por el contrario, ni Lula ni el PT han hecho ninguna sola mención del asesinato ni de la falta de justicia en este caso. Irónicamente, a pesar de los señalamientos de profundas violaciones de derechos humanos, cierre y confiscación de medios de comunicación y hasta investigaciones por delitos de lesa humanidad, da Silva continúa enviando saludos a Ortega como por ejemplo, por el aniversario de la revolución sandinista, en julio pasado, aunque en una entrevista de agosto de 2021, lo criticó públicamente por primera vez: “Cuando uno piensa que no hay nadie para sustituirnos, nos estamos transformando en dictadores”.
Lula calla sobre Ortega
Bolsonaro intentó hacer tema de campaña electoral la amistad de Lula con líderes autoritarios, particularmente con Ortega, pero Ellis consideró que el tamaño y peso de Brasil en América del Sur, hacen que el presidente electo no pierda capital político, como China no tiene apuro en criticar a Kim Jong Un en Corea del Norte.
“Aunque Lula no está animado por alabar a los Ortega, tampoco siente motivo para gastar innecesariamente capital político para condenarlo entre sus amigos de izquierda, veo más una política ambigua, donde no abraza a los Ortega, pero tampoco toma decisiones necesariamente críticas contra ellos que pudiera crear enemigos dentro de la izquierda radical de América Latina”; precisó Ellis.
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Lula da Silva también es muy cercano con el régimen de La Habana. “Cuba ya ha sufrido 60 años de bloqueo económico de Estados Unidos, más aún con la pandemia. Es inhumano. Si Cuba no tuviera bloqueo, podría ser Holanda”, publicó en Twitter dos días después de las históricas protestas cívicas del 11 de julio de 2021.
Lula viajó a Cuba en enero de 2021, donde tuvo un reencuentro con Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel. El retorno al poder del brasileño podría darle un respiro al régimen de la isla asfixiado económicamente y con una crisis energética. Los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) prestaron a ese país casi 600 millones de dólares, particularmente para construir el puerto Mariel, pero no recibieron ningún abono.
La expresidenta Dilma Rousseff del PT lulista, pagó al gobierno cubano US$332 millones anuales por el programa médico desde 2013 hasta 2018 cuando fue suspendido por Bolsonaro, acusando a La Habana de esclavitud moderna.
La nostalgia de la izquierda
Ellis recordó que Lula tiene sus orígenes en el movimiento de los trabajadores y el movimiento del PT más radical, “antes de convertirse en el presidente más moderado que conocemos. Los Castro y el Che Guevara tienen respeto y evocan la nostalgia de la izquierda latinoamericana”.
En su política exterior, “vamos a ver más una América del Sur hacia el multilateralismo, con más tolerancia a gobiernos autoritarios, aunque Lula no sería uno de ellos, por lo menos no va a liderar la condena a estos regímenes”, sostuvo Ellis.
Para Alba, en el caso de Cuba, la mayoría de la de la región ya lo da como como una dictadura consolidada, la regla de los gobiernos en la región, que son mayoritariamente de izquierda, es pensar que no hay mucho qué hacer con la isla.
El caso de Nicaragua, “hay varios países que tienen disposición a tratar de presionar, a tratar de tender puentes para que se produzca un avance, pero se encuentran con el muro del gobierno de Daniel Ortega que no parece ser un actor racional con el que se pueda entablar una conversación y abrir canales francos de comunicación”, sintetizó Alba.
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Maduro con más respaldo
El caso venezolano es más particular. Ahora Lula no tiene una competencia de liderazgo como lo tuvo con Hugo Chávez, fallecido en 2013. El mandatario Nicolás Maduro es mucho más débil, pero con Lula, suma con el homólogo colombiano Gustavo Petro a otro aliado.
Los gobiernos del PT hicieron que Brasil sirviera de garante financiero por préstamos de 1,500 millones de dólares a Venezuela, pero en 2017 tuvieron que pagar una parte por el impago de Caracas. Se trataban de 274 millones de dólares como fiador de un préstamo de su propio ente, el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES), además del Credit Suisse.
Por otra parte, el Departamento de Justicia de Estados Unidos señaló a Venezuela como el país más involucrado en el caso de sobornos por parte de la empresa brasileña Odebrecht. Entre 2006 y 2015, al menos once obras públicas fueron contratadas por esta constructora, pero nunca se concretaron.
¿Apoyo económico?
El Departamento de Justicia también informó que el gobierno de Venezuela recibió de Odebrecht al menos 98 millones de dólares en sobornos y Odebrecht entregó otros 39 millones de dólares en pagos a intermediarios.
Alba reconoció que Lula tiene un vínculo histórico con Maduro, el gobierno cubano y también con Daniel Ortega, “ha sido realmente preocupante que durante la campaña no haya sido capaz de criticar lo que lo que sucede en Nicaragua, tampoco ha dicho pues nada nada e importante sobre sobre Venezuela”.
Para el experto el regreso de Lula ratifica que los países de América Latina prefieren tener canales de comunicación abiertos, diplomáticos con los tres países autoritarios y que participen en las reuniones regionales.
A pesar de eso, el consejero de International Crisis Group no cree que Lula brinde asistencia o grandes donaciones a esos países, “creo que la situación económica de Brasil es bastante delicada”.
Lula, aliado de China
Ellis coincide en ver una colaboración mayor en términos de intercambio económico. En el caso de Venezuela tiene más que ofrecer que Cuba o Nicaragua, pero en esta constelación de victoria de la izquierda, lo más beneficioso para Caracas ha sido la llegada de Gustavo Petro en Colombia, quien reestableció relaciones y reabrió la frontera, además, de solicitar la mediación en la negociación con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
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Lula será positivo para las economías emergentes con grandes dimensiones geográficas, conocidas como BRICS (integradas por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) e incluso para Argentina que aspira a integrarse a este bloque económico. “Será una oportunidad para Brasil de encontrar puntos de colaboración con China, y en el último congreso del Partido Comunista chino, se determinó la decisión de expansión global, especialmente en América Latina”, sostuvo Ellis.
Sin embargo, la relación de Lula con el presidente de Rusia Vladimir Putin no será tan fuerte como la relación que tuvo el autócrata ruso con Bolsonaro, que era más una relación de simpatías personales.” Aunque quizá no tendrá una orientación tan cercana, tampoco Brasil va a condenar simplemente la invasión a Ucrania”, consideró el analista.
A corto plazo Brasil tendrá espacios para trabajar con Estados Unidos, especialmente con el reconocimiento temprano del presidente Joe Biden, así como puntos de acuerdos en temas de medio ambiente, energía verde, y ciertos principios de democracia, explicó Ellis.
China con Brasil
China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil. En 2020 representaba el 31.7% de sus exportaciones, unos 67,900 millones de dólares, muy por delante de las ventas a Estados Unidos (10.2%). Además, sus principaless importaciones vienen de esta nación asiática (22.7%) que suman 36,4000 millones de dólares, particularmente teléfonos y electrónica. También por delante de Estados Unidos (18.3%), quien les vende principalmente combustibles, según el Observatorio de Complejidad Económica (OEC).
Los cinco principales productos de exportación brasileños son la soya (13.4%), mineral de hierro (12.3%), petróleo crudo (9.25%), azúcar (4.17%) y carne (3.12%) y tienen como primer comprador a China, que de hecho, compra más del 70% de la soya y el hierro de Brasil.
Alba reconoció que Lula aprovechará sus vínculos con China, Rusia y Estados Unidos para tratar de tener mayor poder de negociación, pero podrá haber casos en los que Estados Unidos presione para que China no concrete ciertos negocios delicados.
Líder continental
“La posición de Lula va a ser parecida a la que está ocurriendo en toda la región, no querer que Estados Unidos los limite, con quién pueden relacionarse, más bien si Estados Unidos quiere que América Latina se acerque a ellos, Estados Unidos tiene que hacer el esfuerzo de demostrar mayores inversiones, mayores beneficios económicos”, indicó Alba.
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Para Alba la mayor oportunidad de América Latina es que estos gobiernos son más propensos a coordinarse desde el punto de vista de una integración real, sobre todo en algunos temas, por ejemplo, el acceso de vacunas, fármacos y equipos médicos, en caso de otra pandemia o en su política exterior.
Ellis recordó que Lula y Chávez compitieron por el liderazgo regional, pero ahora Brasil no está apurado en oponerse a Maduro y Venezuela está muy debilitada, aunque tiene muchos más recursos y mucha más oportunidad de realizar negocios.
Entre «familia» política
Por otra parte, otras personalidades como Gustavo Petro en Colombia o Andrés Manuel López Obrador en México, podrían ejercer tensión entre los líderes de izquierda, pero serían “luchas amables entre familia, por otro lado, esos líderes tienen estilos y objetivos muy diferentes”, precisó Ellis.
México tradicionalmente ha sido un líder parcial de América Latina con influencia en Centroamérica y el Caribe, pero alejado de Sudamérica, mientras que Alberto Fernández en Argentina, irá a elecciones el próximo año.
“Hay que pensar en la izquierda como una familia, con algunos tíos o tías más locos y radicales. Lula ha tenido lazos con el Foro de Sao Paulo, por supuesto, y tiene gran esperanza de ser uno de los líderes de izquierda de América Latina. En su último periodo en el poder intentó posicionar a Brasil como un negociador clave en un arreglo nuclear”, agregó.
Oportunidades de la oposición
La aspiración del presidente electo es ser miembro importante de eta comunidad, aunque “hay competencia entre los miembros de izquierda por liderar o contribuir, desde los más autoritarios como Nicolás Maduro, hasta los que condenan como Gabriel Boric en Chile. Lula está más en medio, pero no hay garantía que va a gobernar como en sus primeros años en el poder”.
Ellis precisó que, para mantener la estabilidad económica, evitará acciones como nacionalizaciones.
Expediente Público consultó con los expertos sobre el papel de la oposición en un continente dominado por una tendencia, en la cual, existen partidos tradicionales que han perdido credibilidad, incluso frente a proyectos autoritarios, como en el caso de los países de Centroamérica.
Ellis sostuvo que para que la oposición logre reestructurarse de forma sostenible, tiene que tener un mensaje claro, no solo hablar de cosas de profunda preocupación como el desarrollo y la lucha contra la corrupción, sino también, tiene que explicar por qué el estado de derecho, el mercado libre y el sector privado son el mejor motor de protección y desarrollo.
Sentimiento anti gobierno
Alba reconoció que los candidatos más moderados o las corrientes políticas similares no logran captar votantes, pues dominan los discursos de grandes emociones. Sin embargo, “más que un regreso de la izquierda, me inclino más por decir que estamos viendo el sentimiento anti gobierno, pues quien pertenece al grupo político del presidente y quiera optar a la presidencia, tiene todas las de perder”.
“En América Latina hay descontento por la situación económica y social y por lo tanto, la gente quiere resultados rápidos que no los percibe y por lo tanto castigan cuando llega a la elección al partido o figura que está en al poder”, indicó.
Tomando nuevamente como ejemplo Brasil, Alba señaló que es notable cómo creció el sector conservador.
“Hemos visto que hay una parte del país que es conservadora, que votó por Bolsonaro, pero aparentemente tiene vergüenza o miedo de decirlo públicamente. Bolsonaro llegó al poder con poco apoyo y también como un país polarizado, al igual que Lula ahora”.