El régimen cubano explota a sus profesionales, como los médicos que ganan un 20% de lo que percibe el régimen en ingresos por sus servicios en el extranjero, incluyendo Nicaragua.
Por su parte, el Departamento de Estado considera que Nicaragua hace lo mínimo para controlar la trata de personas, tanto en términos de esclavitud sexual como laboral. De hecho, eliminó a los organismos de la niñez que podrían garantizar un mínimo de protección a los menores, el blanco favorito de los criminales.
Ambos regímenes aliados ocultan su inoperancia ante las redes de trata de personas, bajo el paraguas de la migración, la válvula de escape ante el descontento social y la pobreza, como se identifica en el siguiente especial de dos entregas de Expediente Público.