OEA EP Verifica Nicaragua Ortega Murillo

Cómo pasaron los sandinistas de necesitar a la OEA a expulsarla 

*Sandinistas hoy se olvidan cuando la OEA en 1979 apoyó su causa contra la dictadura de Somoza. 

**Dato histórico: Ortega recurrió a la OEA en 1987 para buscar una solución a la guerra civil y desmovilizar a la Contra y al Ejército. 

***Expediente Público verifica y analiza que el discurso contra la OEA renace a raíz de la inesperada denuncia internacional del embajador Arturo McFields. 


Expediente Público 

Antes de llegar a este punto de inflexión en que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo expulsó a la representación de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Managua, el pasado 24 de abril, los sandinistas habían recurrido históricamente a esta organización y obtenido apoyo esencial en sus guerras. 

Es decir, nunca antes de 2018 los habían visto como “enemigo” y, al contrario de lo que dicen hoy en sus discursos virulentos, trataron a la OEA como aliada en dos etapas de las guerras que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) desató en Nicaragua en los años 70 y 80. 

Contexto de los argumentos oficiales contra OEA 

Primero el contexto. Desde 2018 el régimen viene cuestionando a la OEA, a raíz de la intervención de este foro en la crisis sociopolítica que explotó en Nicaragua desde el 18 de abril de ese año. 

En este foro los representantes del régimen vienen acumulando una cadena de derrotas diplomáticas como nunca antes ha visto el país. 

En noviembre de 2021, Nicaragua decidió denunciar la Carta Interamericana de la OEA y sometió a proceso administrativo su salida del foro regional.

De acuerdo al procedimiento, el trámite transcurriría en un periodo de dos años, hasta concluir en noviembre de 2023 con la salida formal de Nicaragua del foro, pero solamente después de cumplir con sus compromisos adquiridos como miembro. 

Los discursos oficiales con argumentos iracundos escalaron hasta llegar al nivel actual a partir de que el exembajador de Nicaragua ante la OEA, Arturo McFields, denunciara al régimen a nivel internacional el pasado 23 de marzo. 

Un día despúes de que el canciller de Ortega, Denis Moncada, anunciara la expulsión del personal de la OEA y la toma de su sede por la policía, Murillo leyó un discurso virulento que repitió frases completas del anuncio oficial de Moncada. 

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Primera falsedad  

Expediente Público analizó el discurso y verificó algunos de los hechos relatados por el régimen y los comparó con otros momentos en que los mismos personajes recurrieron a la OEA en defensa de sus conflictos. 

“Y ayer cuando compareció nuestro canciller dejando claro que nosotros no somos ni volveremos a ser esclavos de nadie, dejando claro que no estamos en ningún instrumento de dominación de los imperios, o del imperio yanqui en particular, dejando claro que, con fuerza de voluntad y compromiso patriótico, nos declaramos, más allá de cualquier perversión colonialista, que no somos colonia de nadie. Por lo tanto, no podemos ser parte de un ministerio de colonia, una dependencia del Departamento de Estado yanqui”, dijo Murillo. 

En realidad, esta reiteración discursiva es falsa.  

Nicaragua sigue siendo parte del Sistema Interamericano de la OEA hasta noviembre del 2023, pero antes debe cumplir sus compromisos en materia de derechos humanos, gobernabilidad y democracia, según un comunicado de la misma organización, y como lo hizo ver el secretario general Luis Almagro, en su respuesta al régimen sandinista. 

Además, Nicaragua sigue perteneciendo a otros foros donde sigue la presencia de Estados Unidos y otros países a quienes tildan de “imperialistas” por ser adversos a las políticas estatales de represión y manipulación sandinista.  

Por ejemplo, Nicaragua sigue siendo miembro de la Organización de Naciones Unidas y del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Organización Mundial de Comercio, Organización Mundial de la Salud y otros foros. 

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Segunda falsedad discursiva de Murillo 

“Nosotros no somos serviles, no somos entreguistas, no somos decrépitos, no somos decadentes, no somos deslucidos o reducidos por las servidumbres yanquis. Todo lo contrario”, dijo Murillo en su discurso. 

Afirmación considerada falsa. En realidad, más allá del discurso, Nicaragua mantiene una relación de cooperación con Estados Unidos desde las acciones contra el crimen organizado y narcotráfico a través del Ejército de Nicaragua, además de relaciones comerciales e intercambio de información de seguridad. 

En torno a los términos de servilismo, entreguistas, decrépitos, decadentes, Murillo lo dice en relación a Estados Unidos, pero adopta posiciones similares a esos conceptos con países aliados como China y Rusia. 

Con China, por ejemplo, el régimen le regaló el edificio donde funcionaba la embajada de Taiwán, país al que expulsó de Nicaragua en 2021 luego de años de una generosa relación diplomática y económica. 

Y en el caso de Rusia, Nicaragua es de los pocos países en el mundo que ha reconocido casi de inmediato las regiones separatistas armadas por el Kremlin en Georgia y Ucrania, para demostrar una lealtad sumisa al dictador ruso Vladimir Putin, a quien ardorosamente defienden en discursos, pero con hechos concretos en los foros internacionales donde se ha condenado la invasión rusa a Ucrania. 

Tercera falsedad discursiva 

“Nosotros le plantamos cara al yanqui cuando vemos con ira, porque es santa, la ira santa es la que reclama derechos y la que no se deja humillar; cuando vemos que continúa con conductas históricas perversas y trasnochadas, como si el mundo fuera el mismo, como si los pueblos no hemos cambiado y sobre todo en nuestra américa caribeña; como si la gente en cada uno de nuestros países se agacha para servirles”, dijo Murillo. 

Aquí la vicepresidenta designada por el sancionado Poder Electoral, ignora a propósito las ocasiones en que los sandinistas recurrieron históricamente a la OEA buscando apoyo para sus guerras. 

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Cuando la OEA apoyaba a FSLN  

En 1979 el representante internacional del FSLN, Miguel D’Escoto Brockmann asistió a una sesión extraordinaria de cancilleres de la OEA a denunciar al régimen de Somoza. 

En esa ocasión el representante del general Omar Torrijos, presidente de Panamá, embajador Juan Antonio Tack, cedió su asiento al delegado sandinista para que denunciara a Somoza, tal y como lo hizo recientemente el embajador Arturo McFields al denunciar a Ortega. 

En esa sesión del 23 de junio de 1979, se aprobó una resolución que demandó la salida del poder de la dinastía Somoza. 

De los 25 integrantes de la OEA en 1979 -hoy son 34-, 17 votaron a favor de la resolución contra Somoza: las dictaduras de Argentina y Haití (regido por la dinastía Duvalier); los regímenes militares de Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador y Panamá, y los gobiernos constitucionales de Venezuela, Colombia, Costa Rica, Jamaica, Barbados, Granada, Estados Unidos, México, República Dominicana y Surinam. 

Mientras que votaron en contra: Nicaragua, Chile, Paraguay y los regímenes militares de Honduras, Guatemala y El Salvador. 

Acorralado por los rebeldes sandinistas, por la presión política y militar internacional -encabezada por Cuba, México, Venezuela, Costa Rica y Panamá- en apoyo a los guerrilleros, Somoza optó por dimitir al aceptar la resolución de la OEA yhuyó de Managua al amanecer del 17 de julio de ese año. 

Apoyo de la CIAV-OEA en la derrota sandinista 

Otro momento histórico en que los sandinistas recurrieron a la OEA, fue en 1987, cuando aceptaron un llamado internacional a buscar acuerdos de paz con la Contra.

Los presidentes de los países de Centroamérica reunidos en Tela, Honduras, el 7 de agosto de 1989, votaron para crear una Comisión de Apoyo y Verificación (CIAV) bajo los auspicios de la Organización de los Estados Americanos.

Esta organización fue clave en el proceso de las negociaciones de paz, en el acompañamiento de los procesos de desarme y pacificación, desmovilización de las 25,000 tropas rebeldes y 90,000 militares sandinistas y del proceso electoral que concluyó en 1990 con la derrota de Ortega en las urnas, como bien lo explica esta investigación de la socióloga Elvira Cuadra y otros.  

Posteriormente, Ortega mismo recurrió a la OEA a debatir asuntos limítrofes con Colombia, Honduras y Costa Rica, los cuales además se discutían en la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya, Holanda.