*La invasión de colonos llega hasta el río Wangki (Coco), la frontera natural con Honduras.
Expediente Público
Más de 140 indígenas de la Mosquitia nicaragüense, incluyendo mujeres, ancianos y niños, huyeron de sus viviendas por miedo a ataques de colonos que incursionaron en la zona en el mes de abril de este año, informaron líderes comunitarios a Expediente Público.
Los misquitos dejaron abandonadas sus viviendas y cultivos en un área de bosque del territorio indígena de Li Lamni, a más de 600 kilómetros al noreste de la capital Managua, donde estaban unas 25 familias.
La comunidad de Sang Sang queda a 72 kilómetros de Waspán, la segunda ciudad más importante en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN) de Nicaragua, pero solo es accesible desde ahí a través del río Wangki.
El nivel de penetración de los colonos de otras regiones de Nicaragua en territorios indígenas es tal que para llegar hasta ahí, deben atravesar varios días todo el bosque con ayuda de mulas, señaló Juan Carlos Ocampo, activista de la organización indígena Prilaka Community Foundation.
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Una parte de los indígenas de Sang Sang, comunidad con más de dos siglos de existencia, se habían asentado hace una década en caseríos a 10 y 20 kilómetros de distancia entre sí con el fin de cultivar, cazar, pescar y dedicarse a la minería artesanal. Estos asentamientos eran conocidos como Suntilin, Kika Lamni, Ispail Bikan y Misin Main.
A partir del 18 de abril, los comunitarios de estos lugares comenzaron a ser amenazados con mensajes en bolsitas de plástico en los árboles, audios intimidantes en los teléfonos, marcas en rojo y negro en los árboles (los colores del partido gobernante, el Frente Sandinista) y trochas en los bosques, como suelen delimitar los invasores de tierras las parcelas supuestamente compradas o alquiladas, denunció Ocampo.
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“Las invasiones continúan, normalmente los medios de comunicación muestran cuando hay conflictos con saldos mortales o lesionados, pero no cuando se bota cada hectárea de bosque, pero ocurre todos los días, sobre todo en esta época de cosecha de primera”, precisó.
La llegada de los colonos coincide con la primera cosecha del año, los comunitarios están preocupados, precisamente porque ellos estaban iniciando también a sembrar para su economía de subsistencia. Ahora no saben cuándo podrán regresar y si encontrarán sus pertenencias, indicó Prilaka en un comunicado.
Conviven con el miedo
Los comunitarios no tuvieron contacto directo con los colonos, pero su presencia y mensajes amenazantes bastaron para que entraran en pánico y se desplazaran al asentamiento madre a orillas del río Wangki, reveló Ocampo.
Como antecedente, aún no se cumple un año de la masacre de agosto de 2021, cuando colonos asesinaron a un grupo de misquitos en una mina artesanal en la reserva Bosawás.
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“Hay audios, sobre todo de un colono, que dice que visitarán la comunidad, amenazaron a líderes de la zona y la gente tiene en la memoria muy fresca muchos antecedentes de cómo es el desenlace de estos enfrentamientos. Tenemos el caso de La Esperanza, que está cerca; y la comunidad de Wiwinak, donde seis personas fueron asesinadas en la masacre del 23 de agosto. Si tenés esos antecedentes y escuchás un audio, obviamente tendrás miedo”, indicó.
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“Hay evidencia de los que estuvieron recientemente en la zona, han marcado árboles con rojo y negro, dejan mensajes en los árboles, amarrados en bolsitas”, agregó Ocampo.
“Lo que esperan es ocupar la tierra, el ganado lo pueden mover en verano. Y tarde o temprano los ganaderos y el Gobierno les abren camino para quedarse con la tierra. Pero hay un choque de visiones sobre el uso de la tierra, para el indígena el bosque es como el supermercado, no pueden botarlo, reproduce nuestra cultura, la tierra no se vende, pero para el mestizo la tierra es una mercancía”, argumentó el activista.