*En una entrevista con Expediente Público, el Premio Nóbel de la Paz dice que Daniel Ortega será un gobernante ilegítimo y que es la cara del verdadero dictador.
**El expresidente Arias duda de la efectividad de las sanciones internacionales contra la dictadura nicaragüense pero llama a liberar a los presos políticos.
Expediente Público
El expresidente costarricense Óscar Arias Sánchez, es el primer centroamericano que ganó el Premio Nóbel de la Paz. Lo logró gracias al decidido impulso que hizo a los Acuerdos de Paz de Centroamérica a partir de 1986. Fue Arias Sánchez quien impulsó el adelanto de las elecciones presidenciales de 1990 en Nicaragua, en las que Violeta Barrios de Chamorro derrotó a Daniel Ortega.
El expresidente Arias concedió esta entrevista a Expediente Público, vía telefónica desde San José, Costa Rica, donde reside. Desde ahí nos comenta su relación con Ortega, cuando coincidieron como presidentes en los años 80 y su visión de la Nicaragua actual.
A más de tres décadas de los Acuerdos de Paz vemos una región bastante en problemas, especialmente Nicaragua con un Daniel Ortega que busca su cuarto periodo consecutivo. ¿Cómo se siente usted en lo personal con esta realidad de Nicaragua, usted que promovió la paz en la región con el Plan de Paz de Esquipulas?
Muy triste, por la enorme decepción que me causa ver a nuestro vecino del norte revertir todo lo ganado con la firma del plan de paz cuando nos comprometimos los cinco presidentes a establecer, como un requisito para una paz duradera en cada uno de los cinco países centroamericanos, la existencia de verdaderas democracias, y la verdad es que una de las características de una democracia es permitirle al pueblo, a la sociedad, al elector que escoja a sus gobernantes en las urnas libremente.
No fue fácil que Daniel Ortega aceptara esa premisa porque realmente el que hubiera una democracia en Centroamérica para poder lograr la paz, fue leitmotiv de mi plan de paz, de mi gobierno, y entonces él realmente firma el plan de paz porque tenía que escoger entre hacer elecciones, más o menos libres, ya que, no había un padrón electoral en Nicaragua y la gente tuvo que ir durante varios domingos a registrarse, a inscribirse, para constituir ese padrón electoral para las elecciones de febrero 1990. Entonces tenía que escoger entre eso o la continuación de la guerra, porque si no firmaba el plan de paz, el presidente (estadounidense Ronald) Reagan iba a continuar apoyando económicamente a la Contra. Y la Contra ciertamente que estaba desangrando a la economía nicaragüense, no hay nada que empobrezca más a una sociedad que gastar en armas. Y eso es lo que hacía Daniel Ortega para poderse defender de la Contra.
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Es un hecho que no habrá elecciones libres ni democracia después del 7 de noviembre en Nicaragua ¿Qué escenario ve usted? ¿Un Daniel Ortega sin reconocimiento internacional, ilegítimo?
Totalmente ilegítimo. Esa elección del próximo domingo es una farsa como todos sabemos. Lo que estamos viendo ahora es el Daniel Ortega verdadero, porque el Daniel Ortega que permitió elecciones más o menos libres, lo hizo forzado por las circunstancias y por el compromiso que adquirió ante sus colegas, los presidentes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica de cumplir con lo que habíamos manifestado en el plan de paz. Pero el verdadero Daniel Ortega es el dictador de hoy, es el que cree que con la revolución del 79, con ese triunfo y haber sacado a tiros de la Casa Presidencial a Somoza, eso le limpiaba el camino para gobernar de manera perpetua como cualquier dictador, como Fidel Castro, como el gobierno coreano, como Franco en España o los dictadores que hemos tenido en América Latina.
Voy a contarle una anécdota para poder entender mejor esto, Fidel Castro le dijo a él en presencia mía, en varias ocasiones que no firmara el plan de paz porque estaba cayendo en la trampa que le tendía Óscar Arias, y con esto Fidel Castro le decía “te están obligando a hacer elecciones, y, los marxistas no hacen elecciones, no ponen en riesgo el poder”.
Entonces ante ese dilema que tenía Daniel Ortega, como le acabo de explicar, tuvo que hacer elecciones porque de no haber firmado el plan de paz, porque no quería democratizar Nicaragua, eso significaba que la guerra continuaría con la Contra.
Entonces él tenía muy claro que cuando llegó al gobierno se iba a quedar para toda la vida, y se dio una sorpresa muy grande, porque nunca pensó que perdería las elecciones de febrero de 1990. Y ahí ocurrieron muchas cosas, existía la UNO, una serie de partidos de oposición al gobierno sandinista de entonces, y yo me propuse que tenía que haber de todos esos 14 partidos, un solo candidato y según las encuestas de un encuestador que yo envié a Nicaragua, de mucha confianza para mí, costarricense, el mejor candidato era doña Violeta (Chamorro) y yo hice todo lo posible para que ella fuera escogida y decirle a todos los demás que tenían que apartarse y que unirse alrededor de una sola persona que era doña Violeta.
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Yo hubiera querido hacerlo mismo ahora con los seis o siete candidatos o precandidatos que existían y haber escogido uno solo, por cierto que mi escogencia hubiera sido Cristiana Chamorro, la hija de doña Violeta, porque ese es un apellido mágico que viene desde Pedro Joaquín Chamorro.
Entonces Daniel Ortega había perdido la elección, pese aunque estaba muy seguro de que iba a ganar, al final perdió y yo sabía que perdía y cuando yo le decía a los norteamericanos que Daniel iba a perder, o le decía a Felipe González que Daniel iba a perder las elecciones, me veían con preocupación, porque creían que yo estaba medio loco, que era imposible que Daniel Ortega y el sandinismo pudieran perder la elección, entonces esa lección la aprendió muy bien Daniel Ortega y por eso es que cuando en 2007 volvió, pues se dijo a sí mismo “de aquí, de esta silla presidencial no me aparto”. Y ahora que se dio cuenta de que tenía siete o seis candidatos, y que yo había manifestado públicamente de que iba a hacer un esfuerzo por unirlos, si incluso hubiera uno, pues él estaba convencidísimo de que si ese era el caso él iba a perder.
Hoy en día las encuestas le dan un apoyo del 19% y por eso es que se deshizo de los candidatos, metiéndolos a la cárcel, desapareciéndolos, porque no quiere que se repita la historia de 1990 y perder una elección.
La primera vez que nos juntamos los cinco presidentes, que fue en Esquipulas, en el año 86, yo le dije a Daniel Ortega que la comunidad internacional esperaba de él que construyera una nueva Nicaragua y no una segunda Cuba, y su respuesta fue “lo que sí sé es que no voy a construir una segunda Costa Rica”. Con eso me estaba diciendo nosotros no vamos a ser una democracia como en su país.
De tal manera que por eso le digo que el verdadero Daniel Ortega, el dictador, el tirano, el que no quiere abandonar el poder, el que va a hacer unas elecciones totalmente ilegítimas y que posiblemente no va a tener ningún reconocimiento internacional, excepto Cuba, Venezuela, países así, o bien Irán que también es otro aliado. Pero el resto de los países del orbe no van a reconocer otra elección ilegítima como la del próximo domingo.
Hay analistas que dicen que Daniel Ortega está tratando de crear su propia guerra fría con Estados Unidos, con la región. ¿Está usted de acuerdo con esa idea? ¿Qué piensa de esa expresión?
Bueno con la región no, porque lamentablemente hay algunos gobiernos en la región que simpatizan con él, por lo menos que no lo están adversando abiertamente, como debería ser todos los gobiernos de América Latina, por razones ideológicas hay algunos que simpatizan con él, por extrañas razones uno ve al gobierno de Honduras y a su presidente abrazándose con Daniel Ortega. Pero con Estados Unidos evidentemente sí, porque con su retórica ha vuelto a ser la misma de 1979 y 1980, un vocabulario antinorteamericano, pasado de moda porque ya no hay guerra fría, ya no hay Unión Soviética, ya no hay muro de Berlín. Las cosas son muy diferentes y tampoco está empeñado el presidente Biden en sacarlo a balazos del gobierno de Managua, de tal manera que no, son cosas muy distintas.
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Ahora, ha habido sanciones internacionales de parte de Estados Unidos y la Unión Europea, pero pareciera que esas sanciones solo han radicalizado el régimen, ¿usted cree que esas sanciones realmente puedan encaminar a Nicaragua a recuperar su democracia?
No, no creo. Las sanciones muy raramente tienen efecto y sirven para poder cambiar un régimen. Digamos en Sudáfrica fueron muy efectivas las sanciones, pero fueron efectivas porque había un de Klerk y un Mandela en la cárcel, que fue liberado y entonces se pudo cambiar el régimen de apartheid de los blancos, pero en general las sanciones no son muy efectivas. Recuerde que los países nunca tocan fondo, se pueden empobrecer y empobrecer, y las angustias del pueblo pueden ir creciendo y aumentando cada día que pasa y sin embargo, la gente aguanta todos los problemas que pueden generar un gobierno.
¿Qué es lo que han hecho los nicaragüenses? Pues lo mismo que han hecho los venezolanos, irse de su país, votan con los pies, salen de Venezuela y salen de Nicaragua. El 10% de nuestra población en Costa Rica, está compuesta por nicaragüenses, de tal manera que él sabe muy bien que solo lo pueden sacar a tiros y que eso no va a suceder, como le digo las circunstancias de hoy no son las mismas que se dieron durante la administración del presidente Reagan.
Ahora que menciona a Mandela y de Klerk, ¿Qué cree que va a pasar con los presos políticos a partir del 7 de noviembre?
Pues mire, no he pensado eso, no tengo una bola de cristal por supuesto y yo no puedo averiguar en el futuro. Pero lo que sí quisiera es que los suelte y los libere.
¿Cree que Ortega los usará como moneda de cambio en alguna negociación política?
Francamente no sabemos, pero la presión sí va a ser muy grande, y la verdad es que la razón de ser y de tener a esa gente en prisión ya no va a existir, porque hoy en día los candidatos están en la cárcel o en sus casas, pero los que están en casa la han convertido en su propia cárcel, totalmente aislados, como es el caso de Cristiana. Pero ya no hay justificación para que se queden en una cárcel, cuando ya pasaron las elecciones. Él lo que no quería y no quiere, es que pueda repetir un fenómeno como el de febrero de 1990.
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¿Usted cree que después del 7 de noviembre, vendrá una época de mayor conflictividad interna en Nicaragua?
Eso de nuevo es difícil de predecir, yo no creo necesariamente porque los tiranos reprimen, las dictaduras reprimen. Ya lo vimos con las manifestaciones en Cuba, lo que terminó en esas manifestaciones fue una represión brutal del gobierno comunista y eso es lo que hacen los tiranos en cualquier país del mundo, así es que después de lo que sucedió en abril de 2018 en Nicaragua, Daniel Ortega no permitirá demostraciones de estudiantes ni de su gente como lo vimos ese año.
¿Cómo ve el resto de la región? El Triángulo Norte concretamente. Honduras tiene elecciones este mes, El Salvador tiene problemas con el autoritarismo y Guatemala con la situación de corrupción ¿hacia dónde vamos?¿qué ha pasado en la región para tener este panorama tan negativo?
Es muy lamentable, es muy triste, es muy doloroso darnos cuenta cómo se ha retrocedido en lo político, en lo económico, en lo social, con tantos males que uno creería que ya los habíamos erradicado, como la corrupción, por ejemplo. Es muy triste que América Latina sea conocida como la región más corrupta de la tierra, triste para los latinoamericanos y nuestros pueblos que eligen gente que traiciona la voluntad de nuestros pueblos, de confiar en que están escogiendo al mejor candidato por sus ideas, por su credibilidad, valores morales, visión de futuro y darse cuenta de que no es así.
Para la gente del Triángulo Norte de Centroamérica, su futuro es emigrar y ya sabemos lo que pasa cuando llegan a México y a la frontera con Estados Unidos, es muy lamentable la falta de oportunidad que están dando estas medidas económicas y el sacrificio que implica, una madre soltera para irse con su hijo, con tal de salir de su propio país y abandonando a su propia familia, a sus hermanos, a sus padres, etc. Son cuadros dolorosísimos los que estamos viendo, pero es que como todos sabemos la pobreza no necesita pasaporte para viajar, y la represión tampoco, de tal manera que, si hay represión como la que hay en Nicaragua, Venezuela o Cuba, evidentemente lo que la gente desea es emigrar.