La precaria historia del sindicalismo en Nicaragua vive uno de sus peores momentos en la actualidad. Ni siquiera durante los gobiernos libero-conservadores de 1990 a 2006 los trabajadores organizados habían sufrido tanto acoso, persecución, despidos, ni habían visto sus derechos laborales tan subordinados al empresariado que ahora se impone en cualquier mesa de negociación, litigio ley o debate, según líderes obreros consultados por Expediente Público.
Expediente Público presenta una serie de reportajes sobre cómo el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que se ufana de ser un partido popular y a favor de las reivindicaciones de los trabajadores, prácticamente ha anulado el sindicalismo en Nicaragua, coinciden las voces obreras.
Lo peor es que las centrales oficialistas son señaladas como los principales bastiones contra el movimiento obrero y sindical en Nicaragua: el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) y la Central Sandinista de los Trabajadores (CST).
Los principales dirigentes de estas organizaciones lideraron durante 16 años huelgas que paralizaban al país centroamericano y pusieron en jaque a tres presidentes, pero ahora se han convertido en diputados o funcionarios, participan de negociaciones y comisiones como sindicatos blancos del poder político y empresarial.
Irónicamente, la principal función de estos sindicatos es eliminar a las organizaciones gremiales independientes, impedir la formación de nuevos sindicatos autónomos, sofocar huelgas y legalizar arbitrariedades contra los trabajadores, sean estas políticas o meramente laborales.