EXPEDIENTE PÚBLICO
Oswaldo Ramos Soto es una muestra de que el tiempo puede estancarse adentro del Congreso Nacional de Honduras. En los próximos comicios, este abogado pretende alcanzar los 24 años como diputado. Para lograrlo, el 28 de noviembre se presentará junto a su candidato suplente, un controversial sobrino del presidente Juan Orlando Hernández.
Ramos Soto ha sido un bastión del conservadurismo hondureño. Durante los años setenta y ochenta fue una pieza fundamental para los grupos anticomunistas; en los noventa promovió el neoliberalismo; mientras en el presente siglo, es uno de los principales facilitadores de la empresa privada adentro del Estado.
Originario de los campos bananeros de la zona norte de Honduras, Ramos Soto emigró a Tegucigalpa en 1965, donde vivió en la casa de un familiar suyo, el entonces alcalde de la capital, José Ramírez Soto. Posteriormente, a los 23 años de edad, inició su carrera política como secretario en la Casa Presidencial, durante el mandato del presidente Ramón Ernesto Cruz (1971-1972).
Tras el golpe de Estado de 1972, Ramos Soto encontró en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) su plataforma política e ideológica. -la agrupación estudiantil del Partido Nacional-, este diputado fue el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas (1975-1981) y el rector (1982-1988).
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Cruzada anticomunista
A inicios de 1982, Oswaldo Ramos Soto señaló ante los medios de comunicación que la UNAH «era un santuario de comunistas, un campo de entrenamiento de guerrilleros y un gran depósito de armas para suplir a las guerrillas vecinas y a la hondureña». Aquella declaración era un grito de guerra. Meses después, con 35 años de edad, Soto fue colocado estratégicamente como rector de la UNAH, el mismo año en el cual se implantó en el país centroamericano la Doctrina de Seguridad Nacional.
Con Roberto Suazo Córdoba como presidente de Honduras y con el general Gustavo Álvarez Martínez (amigo cercano del abogado), al frente de las Fuerzas Armadas, Ramos Soto fue encomendado para dirigir una de las etapas más sombrías de la academia en Honduras.
Durante sus dos mandatos como rector, la agenda académica de la UNAH se sustituyó por la persecución política, evidenciada a través de la infiltración de los cuerpos de seguridad pública en los predios universitarios. Como consecuencia, no tardaron en aparecer las denuncias por la captura, tortura, asesinato y desaparición de varios estudiantes y trabajadores de la universidad.
Como parte de la cruzada anticomunista que se libró en Honduras durante la guerra fría, en 1983 Ramos Soto también fue nombrado secretario de la Asociación para el Progreso de Honduras (APROH), una agrupación de extrema derecha, dirigida por Álvarez Martínez (acusado por la desaparición de personas) y por el empresario Miguel Facussé ( después señalado por su supuesta vinculación con el narcotráfico).
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En la APROH, Ramos Soto fortaleció su carrera política, acercándose a los empresarios y militares más influyentes del país. Cinco años más tarde lanzaría su primera candidatura presidencial, la cual después depuso para apoyar al aspirante Rafael Leonardo Callejas -también exmiembro de la APROH-, quien ganó los comicios generales en 1990.
Bajo un pacto de impunidad, el gobierno de Callejas (1990-1994) pretendió dejar atrás los convulsos años ochenta, dando paso a la implementación del neoliberalismo, un modelo que se implementaría con los mismos protagonistas de la década anterior, entre ellos, Ramos Soto.
Instalado en el Congreso Nacional
Como retribución a su deposición como candidato presidencial en 1988, Ramos Soto fue nombrado presidente de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) en 1990. Sin embargo, dos años después fue destituido por el gobierno de Callejas, «querían que nombrara jueces impuestos por ellos; pero no vale la pena remover el detrito porque causa miasmas y yo soy hombre de partido», declaró Ramos varios años después.
Luego de su paso por la CSJ, Ramos Soto lanzó de nuevo su candidatura presidencial en 1993. Carente de carisma, este abogado iniciaba de nuevo un proceso electoral, reavivando las críticas en su contra por lo ocurrido en la UNAH durante los años ochenta. Como era de prever, un año después perdería las elecciones en contra del candidato liberal Carlos Roberto Reina (1994-1998).
De acuerdo a ciertos analistas, su derrota se atribuyó a dos factores, el primero por el impacto que tuvo el ajuste económico en el ámbito social, y el segundo, por haber mantenido el discurso anticomunista frente a una sociedad que más bien exigía reformas estructurales del Estado. Según Ramos Soto, su derrota se debió a que no tuvo el apoyo de Rafael Leonardo Callejas.
Fracasado su proyecto presidencial, este abogado, quien se llama a sí mismo como un «campesino superado», decidió instalarse adentro del Congreso Nacional, desde donde ha sido uno de los principales lobistas de la empresa privada. Una muestra fue su relación con las empresas mineras, a quienes les ayudó abrirse paso en el país.
Anteriormente, Ramos Soto había participado en 1998 en la redacción de la Ley de Minería, la principal herramienta para que hoy en día, el 5% del territorio hondureño esté concesionado a empresas mineras, sobre todo extranjeras.
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El sobrino del presidente
En dos períodos legislativos, Ramos Soto contó con Jorge Zelaya como diputado suplente. Para las próximas elecciones del 28 de noviembre, su fórmula política la completa con Marco Tulio Hernández Matute, el sobrino del actual presidente Juan Orlando Hernández.
Como varios de los familiares del mandatario, su sobrino Marco Hernández también ha sido señalado por presuntos actos de corrupción. En 2014, trascendió que este candidato a diputado suplente formaba parte de la Fundación para el Desarrollo Comunitario Cynthia Marina (FUNDECIMA), desde donde supuestamente drenaban dinero del gobierno.
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En FUNDECIMA también aparecía la exmagistrada y cuñada del presidente Hernández, María Elena Matute de Hernández, madre de Marco Tulio. Justamente esta exfuncionaria fue señalada en 2005 por supuestamente haber recibido 642 mil dólares para renunciar de la Corte Suprema de Justicia, con el objetivo de permitir que su hijo y su cuñado se presentaran como candidatos en las elecciones de 2005. Cabe recordar que la ley prohíbe que los aspirantes a diputados tengan un parentesco con los magistrados.
Marco Tulio también fue mencionado en 2019 por formar parte de otra oenegé que supuestamente canalizaba fondos del gobierno. Junto Ebal Díaz, el sobrino del presidente aparecía como tesorero de la Fundación para el Desarrollo Integral de Honduras (FUNDEIH). De acuerdo a lo trascendido, se estima que esta fundación recibió 48 millones de dólares, procedentes de la Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social (SEDIS).
Además de las tramas de las fundaciones, Marco Hernández también es el representante de la empresa Servicios de Seguridad Lempira, S. DE R.L. DE C.V. (SERSEL, S. DE R.L. DE C.V.). Una investigación publicada por Expediente Público reveló cómo esta compañía ha recibido 12.6 millones de dólares por contratos firmados con el Estado.
¿Sexto período consecutivo?
En 2018, el candidato a la alcaldía del Distrito Central, David Chávez, propuso en el Congreso Nacional, un proyecto de decreto para que Oswaldo Ramos Soto fuese declarado diputado vitalicio. Según el ahora presidente del Partido Nacional, había que reconocer sus méritos como parlamentario y exrector de la UNAH.
Oswaldo Ramos no fue declarado congresista vitalicio, pero sí fue condecorado en 2018 con el reconocimiento «Gran Cruz Placa de Oro». El Congreso Nacional le otorgó la distinción por «su brillante trayectoria como diputado y por su admirable don de servicio a los demás».
En los comicios de 2017, el actual candidato a diputado nacionalista, Ponce Morazán, denunció un fraude en su contra, cometido supuestamente por su propio partido, «me dijeron que Oswaldo Ramos Soto era necesario en el Congreso, en ese momento me sentí indignado porque me robaron una diputación, pero después terminé cediendo, aceptando que al abogado (Ramos Soto) lo necesitaban en el Congreso».
Después de cinco períodos consecutivos como congresista, Ramos Soto busca su sexto período. A sus 74 años, su cruzada es seguir disminuyendo el tamaño del Estado hondureño, fortaleciendo al sector privado. El proyecto lo comparte con el presidente Juan Orlando Hernández, y con su sobrino.
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