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1.8 millones de estudiantes de Nicaragua regresan a aulas en tiempo de pandemia

El inicio del año escolar en Nicaragua supone una gran prueba debido a la pandemia del Covid-19. Expediente Público explica si en los colegios existen los protocolos de prevención, y las presiones en las familia porque los estudiantes regresen a las escuelas en medio de la crisis sanitaria.


Expediente Público

El pasado primero de febrero casi dos millones de estudiantes retornaron a las aulas de los colegios públicos en Nicaragua. Este año el estudiantado no solo tiene que esforzarse por pasar al siguiente grado, sino también cuidarse de la Covid-19. Las familias deben incluir en su presupuesto la compra de mascarillas y las escuelas deben contar al menos con agua y jabón para el lavado de manos y aunque esto se haya logrado la primera semana, será un reto para el resto del año lectivo, aseguran algunos docentes consultados por Expediente Público.

“Reflexionar sobre las medidas de higiene, lavado de manos, distanciamiento social, aseo personal… Repetirlo y repetirlo sin cansancio”, así decía una de las recomendaciones dentro de la lista de actividades orientadas a docentes para el primer día de clases en los colegios públicos de Nicaragua. Este año están matriculados 1 millón 791 mil estudiantes, según cifras publicadas por el Ministerio de Educación (Mined), institución que para el 2021 se le asignó C$14,613.43 millones de córdobas (US$420.7 millones), un aumento del 3.07% respecto al presupuesto modificado en 2020.

María Acuña, habitante de Masaya, es una madre soltera de tres hijos que asisten a diferentes centros públicos y para ella mandarlos a clases es preferible a que pierdan otro año escolar, aunque eso implique un riesgo.

“No deja de darme miedo, porque sigue el brote de coronavirus, pero igual me da tristeza que ellos no vayan a clases, porque el año pasado no eran presenciales, y yo sentí que ellos no obtuvieron el conocimiento que hubiesen tenido presencial, pero igual los mando protegidos solo con la mascarilla”, comentó Acuña, quien revela a Expediente Público que en el colegio en el que estudian dos de sus hijas, les pidieron colaboración para la compra de jabón.

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La Covid-19, no solo ha cobrado la vida de 2,320,254 personas a nivel mundial hasta la fecha según cifras de la Universidad de Johns Hopkins, de los Estados Unidos, sino que, también, obligó el cierre de escuelas en muchos países en el 2020 para evitar el contagio. En primera instancia, esa fue la recomendación, cancelar las clases presenciales. Sin embargo, el gobierno de Nicaragua fue el único que no tomó esa medida, entre los 33 países latinoamericanos monitoreados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Hasta el 3 de febrero en Nicaragua se registran 12, 777 casos sospechosos y 2,951 muertes por neumonía o sospechosas de Covid-19, según las estadísticas del Observatorio Ciudadano Covid-19.

Medidas del Mined

“Tengo que tener mucho cuidado porque si me llega a dar ese virus, me mata”, comentó una maestra de un colegio público de la ciudad de Granada, de quien omitiremos su nombre por seguridad. Para ella no ha sido fácil la primer semana de clases, porque debe estar reiterando el uso de mascarillas a los estudiantes para cumplir al menos esa medida, ya que en el colegio cuentan con escasa agua y jabón. “El problema con la mascarilla es que se la quitan (los alumnos) y la meten en la mochila”, aseguró.

A 43 kilómetros de distancia de Granada, en un centro público de Managua, la capital de Nicaragua, pasa lo mismo. “La mayoría, quizá puedo decir que el 90% de los estudiantes, está utilizando mascarilla, pero el problema es que de pronto se les olvida y se la quitan, o se la quitan para hablar, para comer en el recreo y la andan como pañuelo en el brazo o se la meten en la bolsa del pantalón”, aseguró otra de las docentes consultada por Expediente Público.

Para esa profesora es un reto continuar con las clases en medio de una crisis sanitaria y económica en la que muchos padres perdieron su trabajo, o les bajaron el salario y esto ha provocado otros problemas.

“Los muchachos vienen con afectaciones psicológicas, emocionales, debido a que muchos de ellos tuvieron pérdidas, quizá padres, abuelitos, tíos u otro familiar que perdieron a raíz de toda la pandemia”, explicó la docente de Managua.

Estudiar y el temor de contagiarse

Algunos padres de familia, de diferentes departamentos del país consultados por Expediente Público, comentaron que a pesar de su miedo por el contagio del virus, no les queda de otra que enviar a sus hijos a clases.

“Es bueno que los niños vayan presencial a clases, porque ahí en el colegio aprenden más, mientras que en línea se atrasan porque mi hijo el año pasado terminó el año en línea y no aprendió mucho”, refirió un padre de familia del colegio público República Alemana de Masaya.

“Es un año nuevo, nuevas experiencias, sí hay un poquito de temor, pero con la mano de Dios vamos a salir adelante y tomando en cuenta todas las precauciones”, comentó Nancy, una estudiante del instituto público de San Juan de Oriente, Masaya.

“Este año gasté más en los útiles escolares, porque le piden más cosas y ya está en un grado más alto. Yo le pido a Dios primero, porque él es el único que me lo puede proteger”, dijo un padre de familia del colegio público Camilo Zapata de Managua.

“Con respecto al rebrote, es un miedo constante, pero uno tiene que aprender al menos confiar porque no queda de otra, en las medidas que están tomando en el centro educativo”, agregó otra madre de familia del colegio público Amelia Cole, del municipio de Tola, Rivas.

Para el director del centro privado Bautista de Managua, Sebastián Latino, el mayor desafío al comenzar el año escolar está en enfrentar el temor de los padres de familia, a pesar que se han tomado como referencia algunas recomendaciones de organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

“En el caso del Ministerio de Educación la única recomendación que hace a los centros privados es de que por lo menos hayan tres días de clases presenciales como mínimo, y que en el aula de clases los alumnos puedan tener el distanciamiento social”, aseguró Latino.

Sin embargo, el director del colegio Bautista señaló lo importante que es la educación en el desarrollo del país. “En el caso de Nicaragua, por ser un país en desarrollo es de mayor trascendencia, hay resultados que dicen que el 90% del aprendizaje de los estudiantes se vio afectado. Incluso hay una recomendación de la Organización Mundial de la Salud, que el cierre de las escuelas debe considerarse como la última opción y particularmente para nuestro país, adquiere más relevancia”, dijo Latino.

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Deserción escolar

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la pandemia ha exacerbado las desigualdades de la esfera de la educación y ha afectado a más de 1500 millones de estudiantes a nivel mundial.

Para Jorge Hernández, especialista en educación de UNICEF Nicaragua, que el año escolar 2020 haya terminado prematuramente por la situación del coronavirus, además de los huracanes que golpearon fuertemente en la zonas del Caribe Norte del país, significó un atraso en el proceso de aprendizaje que tienen las niñas y niños.

“Nos encontramos con un año 2021 donde los docentes de manera particular se dan cuenta que no hay la nivelación regular de conocimiento que deberían tener los niños, porque hay algunos que sí atendieron, otros que no atendieron y otros que trabajaron de manera virtual o no presencial. Ahora el maestro está con esa dificultad y es un reto para los maestros, los niños, las familias, aquí el reto lo enfrentamos todos”, enfatizó Hernández.

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Otro de los problemas que señaló una de las docentes entrevistadas, es que hay bastante estudiantes en el colegio donde ella labora y esto se debe a situaciones provocadas por la pandemia.

“La población del colegio ha aumentado y uno de los factores que hemos estado notando es que algunos jóvenes se están trasladando de los colegios privados a los estatales; uno, por la situación económica; dos, porque los padres ven que no pueden seguir trabajando en línea y sienten que no están adquiriendo un conocimiento significativo”, explicó la maestra.

Aunque la asistencia en los centros públicos a las clases ha sido constante, cumplir con el distanciamiento social no es opción, ya que, según los docentes, en un salón de clases hay hasta 60 alumnos e incluso no cuentan con mobiliario adecuado.

“Los docentes no tenemos silla ni escritorio, ahí tenemos que andar, cargando toda la tarde el bolso para dar clases”, refirió un maestra.

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Problemas con clases online

Después de un año escolar asignando tareas por WhatsApp, algunos colegios católicos optaron por regresar a las aulas de clase, pero tres veces por semana y día de por medio, a fin de evitar las aglomeraciones que favorecen la propagación del Covid-19.

La idea de esta modalidad es que los maestros dividan sus grupos de clases en dos: una mitad recibirá clases un lunes y la otra mitad martes, por ejemplo. Los días que los niños y jóvenes no reciban clases trabajarán con guías a fin de que las respondan en casa, y las presentarán cuando les corresponda la clase presencial.

Otra de las medidas tomadas por esos centros católicos es que todos los estudiantes deberán portar tapabocas, alcohol, sus propias botellas de agua para evitar los contagios y no podrán jugar libremente en los patios de los colegios.

Una de las maestras consultadas por Expediente Público dijo que es muy difícil cumplir con estas medidas porque los niños quieren estar juntos, lo que obligará a los profesores a mantenerlos vigilados para que guarden las medidas de seguridad.

En un colegio católico de Matagalpa que este medio visitó, el primer día de clases solo contó con la asistencia de padres y madres de familia a fin de explicarles las medidas de prevención tomadas por el centro.

La directora de ese colegio afirmó que la experiencia de las clases online presentó mucha dificultad para los padres, madres, maestros y estudiantes, pero que finalmente fue una experiencia de aprendizaje para todos.

Los niños que recibieron clases vía WhatsApp el año pasado también mostraron fatiga por esta modalidad. La madre de una niña de 8 años afirmó que su hija no quería nada de clases en línea. “El niño que esté agripado, con tos, ya no se puede enviar”, esta es otra de las medidas que se está tomando en los centros, explicó una maestra del centro católico de Matagalpa.

Esta modalidad de trabajo en los colegios católicos fue aprobada por el Ministerio de Educación a petición de la Federación Nacional de Educadores Católicas.

En un contexto de emergencia, ya sea por la Covid-19, u otra, la educación actualmente se considera como una prioridad, siempre y cuando se tomen en cuenta las medidas de bioseguridad, según Hernández de UNICEF Nicaragua.

«Hace diez, quince, veinte años las prioridades básicas eran asegurar agua potable, saneamiento, un techo, la medicina y siguen siendo prioridades básicas, pero la educación hoy en día se convierte en una más de ellas, porque salva vidas”, finalizó el especialista en educación.